jueves, 9 de septiembre de 2010

Literatura amazónica y olvido oficial


Hace un par de semanas se cumplieron 10 años del aniversario de la muerte del destacado escritor César Calvo Soriano. Salvo pequeños recuerdos en diarios y la atención brindada en Lima con la reedición del poemario Pedestal para Nadie, poco se ha hecho desde los estamentos públicos (y también desde los privados) por mostrar la magia y el talento del autor de una de las obras más importantes de la literatura amazónica, Las tres mitades de Ino Moxo.

Lamentablemente, esta es una realidad tan evidente, pero también una práctica común. La literatura en la Amazonía ha mostrado la vasta y compleja cosmovisión e identidad cultural/espiritual y ha tenido episodios grandiosos para su conocimiento a nivel nacional e internacional, sin embargo es ahora cuando se siente un mayor desinterés en volver a recorrer con gloria y brillo la conquista del campo literario o editorial.

Hubo un proyecto en este gobierno regional de Loereto para reeditar toda la obra de Calvo, incluso con la bendición oficial de su familia, pero al final se perdió en la maraña de la burocracia y la apatía-  cuando no el desconocimiento – de sus funcionarios.

Las propuestas literarias amazónicas han tenido un desarrollo que plantea, en términos generales, una estética popular, considerablemente autodidacta, no formal, que ha logrado expresar el pensamiento colectivo sin necesidad de mantenerse sólo como lenguaje académico, sino como un deseo natural. Pero también es muy cierto que estas se han manifestado muy a pesar del oficialismo timorato, que desconoce y se asusta usualmente con todo aquello que le suponga un proceso reflexivo de sí mismo y de los problemas generales de nuestro contexto.

Queriéndolo o sin quererlo, la literatura amazónica ha ido reflejando rigurosamente los vaivenes, sueños y fracasos, crímenes y misticismo de las diversas generaciones que la construyeron o moldearon. Desde la recreación del amplio paisaje, desde la humanización de los entes vivientes e inmateriales del bosque, desde el retrato ingenuo y febril de las aventuras de niños y grandes, desde la denuncia, desde la contemplación o desde la injerencia de los problemas sociales o las nuevas vicisitudes del dilema urbano-rural, la literatura loretana ha intentado reproducir los itinerarios de quienes quisieron describirla, explicarla o interpretarla  desde tiempos inmemoriales.



Más allá de la ancestral y vital tradición oral amazónica, que ha servido de inspiración para posteriores trayectorias del oficio (tema que será objeto de otro ensayo), varios intentos se han realizado con el fin de acercar a la Amazonía loretana con la literatura de difusión nacional e internacional, con énfasis a partir de finales del siglo XIX, por nombrar sólo algunos de una gran reunión de extraordinarios escritores, se ha intentado generar una ambiciosa totalización que nos presenta – y representa – al mundo y viceversa, señalando derroteros de un camino que hasta ese entonces no había sido recorrido en la literatura peruana, en general.

Evidentemente, no se puede entender la literatura – ni la espiritualidad – amazónica  sin acudir a César Calvo. Ese hombre de padres loretanos, nacido en Lima, siempre había dicho que su patria era la Amazonía.

En 1981 concibió Las tres mitades de Ino Moxo (no reeditado desde entonces), probablemente el libro más importante de y sobre la magia y el espíritu amazónicos; grandilocuente, extraño, poderoso, apasionado, poético, narrativo en extremo, místico, cotidiano, voraz, inabarcable, una suerte de novela-río escrita bajo el influjo de la ayahuasca, con aire de verso y corazón de poeta. Pero este talento, por ejemplo, no tiene resultados inmediatos en cuanto a la gratitud del pueblo que fue origen e inspiración de tanta emoción y tanta maravillosa difusión de la palabra bien escrita.  Hubo un tiempo en que Iquitos publicaba tantos libros o revistas, que era segunda en el país en producción editorial, después de Lima.

Entre las razones de este importante renacimiento, figuraba el hecho que alguna gestión municipal decidió apostar parte de su presupuesto en la generación de libros.
Lamentablemente, el oasis de cultura rápidamente se desvaneció, con la llegada de nuevas autoridades, de nuevos funcionario, de nuevos políticos. A partir de entonces, el mercado editorial ha seguido un camino incierto, aquejado por la escasez de fondos y el alejamiento cada vez más desembozado de actores que pudieran contribuir con apoyo y sostenimiento.

Así como se ha olvidado el legado de Calvo (y como se ha olvidado el centenario del nacimiento del extraordinario Francisco Izquierdo Ríos), es cuando uno se pregunta por qué la literatura y, en general, la cultura amazónica, siendo tan importante y prodigándole tantos lauros y reconocimientos a nuestra región, sigue abandonada como nave al garete por el Estado y las autoridades loretanas, sin excepción.

¿Hará algo el Ministerio de Cultura? ¿Señor Ossio? ¿Alguien?
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Fuente: La mula

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